Ser un pensador pensante: metacognición, autorreflexión y la práctica en el aula

Fuente: Teachers College Record, Volumen 111 Número 8, 2009, pp. 11-12.
 
Contexto
Tradicionalmente, el término metacognición ha sido definido simplemente como «pensar sobre el pensamiento», dado que describe un proceso complejo que puede dar como resultado una matizada comprensión de uno mismo como pensador y alumno. La metacognición (como proceso) y el conocimiento metacognitivo (como producto) son considerados importantes componentes del desarrollo cognitivo y signos de madurez intelectual. Sin embargo, el desarrollo del conocimiento metacognitivo no es exclusivo de estudiantes adultos. Un conocimiento metacognitivo contundente puede ayudar a alumnos jóvenes a aplicar conscientemente estrategias de aprendizaje, desarrollar hábitos de trabajo efectivo y evaluar su propio desempeño.
 
Objetivo
El objetivo de este estudio fue examinar qué prácticas fomentan la autorreflexión y el desarrollo metacognitivo en alumnos jóvenes. El autor sostiene que discentes de primaria que tienen consciencia de sus tareas y de sí mismos como alumnos van a aplicar estrategias de aprendizaje de una manera más eficiente, van a desarrollar hábitos de trabajo efectivo, y por lo general van a disfrutar de una experiencia de aprendizaje más sustanciosa. En su afán por mejorar las prácticas en el aula, el autor seleccionó actividades y rutinas que complementan el currículum vigente y el programa instruccional.

Entorno
Este estudio se llevó a cabo en una escuela primaria urbana.
 
Participantes
Este estudio fue llevado a cabo por un maestro con sus alumnos de segundo grado. El grupo de discentes incluye: alumnos de inglés de gran diversidad étnica; alumnos que reciben educación especial, y alumnos de educación general.

Diseño de investigación
Esta investigación acción fue diseñada como un estudio de caso cualitativo. Después de evaluar el conocimiento metacognitivo de los alumnos por medio de una encuesta de estrategias de lecturas, el autor inició un curso para el desarrollo de habilidades y hábitos que consideraba que podían fomentar la autorreflexión y la metacognición. Estas habilidades y hábitos incluyen: orientación para el establecimiento de metas; el uso de indicadores lingüísticos para articular eventos mentales; autorreflexiones escritas post-tarea y conversaciones post-tareas. La información recogida después del curso consistió en: observaciones de la interacción entre alumnos; registros escritos de conferencias de estudiantes junto con los objetivos académicos establecidos sobre una base semanal, y material escrito producto del diario reflexivo y de autorreflexiones post-tareas.