¿Es posible construir una sociedad más humana? ¿Alguien lo está intentando?

Fuente: Revista Jurídica Auctoritas Prudentium. Año XII(2020) Nº23. (Reseñado por el equipo del Portal).

En el contexto de la pandemia del COVID-19 y a partir del reconocimiento del espíritu de superación que caracteriza al hombre, en este trabajo se propuso reflexionar acerca de cómo construir un mundo mejor.

Asimismo, se agregó que la meta de construir una sociedad humana más igualitaria, en la que no haya hambre ni desempleo, y que todos tengan acceso a servicios de salud y educación, «en donde todos se sientan responsables de todos y no solo de sus intereses particulares», es más difícil de lograr que el desarrollo científico y tecnológico.

Bajo este enfoque se revisaron planteamientos enmarcados en el derecho, la economía, sociología y psicología, que apuntan hacia la inclusión y una mejor distribución de los bienes.

Economía e instituciones

Desde este prisma, se afirmó que las instituciones son para la sociedad lo que las virtudes para las personas: les «dan fortaleza para hacer las cosas bien». Las principales instituciones, por orden de importancia son: la familia; las instituciones educativas; la iglesia; el Estado y el sector empresarial, que deben actuar en función de las personas y las familias.

Entre los principios que subyacen en la construcción de un mundo mejor que se delinearon figuran: la dignidad de las personas; el bien común, la subsidiaridad y la solidaridad. Estos, se agregó, deben estar conectados con valores tales como: verdad, justicia, libertad y caridad.

A lo largo del artículo se hizo referencia a una serie de paradigmas económicos, entre ellos, la economía del desarrollo; economía creativa; erradicación de la pobreza; la economía del don; economía del bien común; neuroeconomía; economía comunitaria y relacional; economía verde o del medio ambiente; humanismo empresarial, entre otros.

También se hizo referencia a la economía de Francisco, que promueve el Papa Francisco (Jorge Mario Bergoglio), con la mira en que «la economía de hoy de mañana sea más justa, fraterna, sostenible y con un nuevo protagonismo de los que hoy están excluidos».

Igualmente, se planteó que la desigualdad y exclusión son producto de decisiones políticas y por lo tanto, son cuestionables y transformables.

La nueva economía, se subrayó, debería ser «justa socialmente, viable económicamente, sostenible ambientalmente y responsable éticamente».

Para reducir la pobreza, se sugirió, es necesario hacer foco en los problemas y soluciones particulares para cada región.

Citando a Millán Puelles se resumió que el bien común aborda tres elementos: «el bienestar material, la paz y los valores culturales», destacando que los bienes culturales y espirituales son superiores a los materiales.

Finalmente, se convocó a participar en pos del esfuerzo común ya que para «la consecución del bien común es necesaria la intervención de todos los actores que tengan ideas para la construcción de un mundo mejor».

Referencia
Millán Puelles, Antonio, Persona humana y justicia social, Madrid, Rialp, 1962, p. 41-57.