Pobreza, desigualdad y vulnerabilidad en América Latina (2000-2020)
Fuente: Americania. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 11, p. 56-90, ene-jun, 2020. (Reseñado por el equipo del Portal).
La evolución de la pobreza, desigualdad y vulnerabilidad en Latinoamérica en las últimas dos décadas (2000–2020) se analizó en esta aportación bajo la hipótesis de que es posible reducir la pobreza y la desigualdad mediante el crecimiento económico y las políticas sociales, pero para garantizar su sostenibilidad es necesario: «generar empleos inclusivos de calidad y que las políticas sociales se institucionalicen en un Estado de bienestar».
La vulnerabilidad se menciona como «el rasgo más distintivo de América Latina en la actualidad.
El estudio partió del reconocimiento de que ambos aspectos: pobreza y desigualdad, disminuyeron en el mencionado período pero se observó una creciente ralentización y un ritmo dispar por lo que actualmente persisten poblaciones caracterizadas como «especialmente vulnerables» producto de factores etarios, étnicos o de género.
En este contexto se ve en «la profundización de la democracia» la piedra fundamental para gestar «un nuevo pacto fiscal, político y ético» a la luz del cual el Estado garantice los derechos humanos, económicos, sociales y culturales.
Capacidades básicas
Al hacer referencia a los estudios sobre la pobreza se aludió al cambio de paradigma. Mientras que antes el crecimiento económico se asociaba directamente con el desarrollo y se suponía que el crecimiento natural resolvería problemas de pobreza y desigualdad, en la actualidad, a la dimensión social se le otorga igual o más protagonismo que a la económica o financiera.
De este nuevo prisma surgieron las políticas que apuestan por el fortalecimiento del vínculo crecimiento económico y desarrollo así como el afianzamiento «de las libertades y de las capacidades básicas, salud y educación, como objetivo último del desarrollo». El crecimiento económico en todos los sectores de la población, se puede asegurar por medio de «la generación de empleos inclusivos de calidad».
Inequidad educativa
En el trabajo se amplió sobre las áreas de salud y educación, entre otras. Respecto a esta última se profundizó acerca de la brecha educacional en cuanto a la «cobertura y calidad», resaltando el alto grado de deserción escolar en el nivel secundario entre los alumnos pertenecientes a familias de bajos recursos económicos.
Para superar estas dificultades se propuso: «invertir en infraestructura escolar», especialmente en zonas rurales; «crear escuelas bilingües», en función de las etnias relevantes a la región; proporcionar materiales didácticos y equipo docente «de calidad bien remunerado» que se actualice continuamente.
También se mencionó la importancia de implementar un ratio profesor-alumno apropiado; adaptar y flexibilizar currículos; descentralizar la gestión institucional; involucrar a los padres en la toma de decisiones, promover al educación preescolar; incrementar las especializaciones técnicas y la formación permanente.
Desigualdades étnicas y de género
Especial atención se brindó a las desigualdades que tienen un origen étnico y de género que afectan a poblaciones indígenas y afrodescendientes, y a las mujeres, respectivamente.
Bajo esta perspectiva, se atribuyó a la división de roles por género en las tareas del hogar, según la cual la mujer asume un mayor número de tareas, relacionadas fundamentalmente con la atención de niños y ancianos, la razón a su menor inserción laboral.
Esta estructura, se explicó, propicia que las mujeres se inserten en el trabajo pago en un porcentaje inferior al del hombre. Y cuando realizan una labor remunerada, esta suele ser informales e inestable.
«La reducción de la pobreza, de la desigualdad y de la vulnerabilidad no es solo un tema de pericia técnica, sino que también, y especialmente, es un tema político», se concluyó.
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El artículo incluye tablas estadísticas sobre las temáticas tratadas.