Supervisión y acompañamiento de prácticas profesionales. Desarrollo de un enfoque de reflexividad práctica desde un self-study colaborativo
Fuente: Revista Iberoamericana de Educación [(2020), vol. 82 núm. 1, pp. 31-50]. (Reseñado por el equipo del Portal).
Conscientes de la importancia de ejercitar la reflexión sobre sus propias prácticas así como sobre las de sus estudiantes de pedagogía, las autoras de este artículo, profesoras en universidades chilenas, recurrieron a la metodología de self-study para afrontar, conjuntamente, dilemas comunes y profundizar el compromiso social en la formación de los futuros maestros.
La iniciativa se enfocó en encontrar la manera de mejorar el trabajo de acompañamiento y supervisión de prácticas para promover la competencia reflexiva en sus alumnos y abordó interrogantes tales como «¿Para qué enseñar a reflexionar? ¿Qué docente queremos formar?»
En la elección por la reflexión compartida subyace la concepción de que el trabajo colaborativo entre miembros del profesorado es un factor clave en la innovación educativa.
Investigación
Se llevaron a cabo 11 sesiones en el año lectivo 2016-17. En los encuentros semanales, las 4 participantes expusieron, alternadamente, relatos de incidentes críticos, que analizaban en su doble rol de formadoras y «amigas críticas».
La información la recogieron de 3 fuentes: reflexiones personales; percepción del estudiantado y la perspectiva de las colegas.
Entre los instrumentos utilizados figuraron bitácoras personales; autobiografías breves sobre los itinerarios profesionales; registro del trabajo con los estudiantes y grabaciones audio.
Conclusiones
A través de la experiencia investigativa que se centró en la revisión de prácticas de enseñanza, concepciones sobre el papel del docente, y de la comunidad de pares, se evidenciaron tensiones profesionales.
El self-study representó un enfoque investigativo de la práctica de la docencia universitaria, por un lado, y un espacio para mejorar las prácticas de enseñanza mediante la construcción de saberes, de cara a aportar al aprendizaje de los estudiantes.
Asimismo, se sostuvo que la reflexión en sí no siempre conlleva la implementación de cambios. Para que estos se cristalicen, es necesario lo que las autoras llamaron «un acto de valentía» e involucrarse en el proceso, renunciando al control y propiciando «un proceso de aprendizaje distribuido, significativo y complejo».
Entre los aprendizajes de las profesoras se mencionaron: la necesidad de respetar las creencias de los discentes, aún si no se comparten; comprender sus actuaciones en función de sus representaciones e identificar sus necesidades; revisar con minuciosidad el quehacer docente y formular los interrogantes que conduzcan hacia el crecimiento profesional de los estudiantes.
Se valoró especialmente el hecho de que la metodología implementada, posibilita el desarrollo de un aprendizaje colaborativo.
La práctica reflexiva, se expuso, implicó salir de la zona de confort y avanzar hacia la incertidumbre y dimensiones desconocidas.
Se sugirió introducir la metodología del self-study como un espacio para el diálogo en el ámbito de la educación superior y resignificar la «autoridad de la experiencia» para propiciar el aprendizaje en base a la práctica, más allá de los saberes académicos.
Finalmente, se planteó el interrogante: si la implementación de la estrategia de «amigos críticos», para afianzar la reflexión y mejorar las prácticas, requiere condiciones especiales a nivel personal e institucional.